martes, 17 de julio de 2012

La moneda castellana.

MARAVEDÍ DE ORO DE ALFONSO VIII TOLEDO.
Hola amigos/as, en la entrada que hice recientemente  sobre (siglos VIII al XII, circulación monetaria )que fue en relación a la escasa circulación monetaria del reino astur-leonés, basada, por ende, no en tipos propios sino en la introducción de las piezas francas y, sobre todo, musulmanas. Los avances de la Reconquista no harían más que reforzar la entrada del reino, ahora castellano-leonés, en la doble órbita monetaria de los aliados y de los invasores. Dineros y dinares procedentes del otro lado de las fronteras circularon cada vez con mayor abundancia, hasta que el desarrollo  económico de Castilla impuso la emancipación, labrándose los primeros dineros castellanos en Toledo, poco después de su rendición por Alfonso VI, y los primeros dinares ( con leyendas árabes) mucho más tarde, en 1172, al cesar de acuñar el oro el rey moro de Murcia, habitual proveedor del mercado castellano-leonés.
  Veamos el proceso de las dos monedas extranjeras trasplantadas a Castilla.

   La moneda de oro. La primera versión castellana del dinar, debida a Alfonso VIII, se llamó morabetí o maravedí, del nombre de los almorávides que en aquel entonces habían restaurado la unidad de la España musulmana. Siguiendo la prescripción coránica, este maravedí de oro se hallaba en la relación 1/10 respecto de la plata, o sea que valía diez dirhemes. Un poco más tarde, la reforma monetaria de los almohades, nuevos invasores, repercutió igualmente sobre el sistema de los cristianos. Sustituyendo al maravedí, apareció la dobla , equivalente a dos dinarines ( nombre del nuevo dinar musulmán, de menos valor ), dividida en medias doblas o mazmudinas. Como de costumbre, las primeras doblas circulantes en territorio cristiano fueron de acuñación foránea, hasta que, al ser vencido el poder almohade ( 1212), Alfonso X se vio obligado a labrarlas en su reino. Esta versión castellana alargó la serie con una nueva pieza fraccionaria: los cuartos ( de dobla). Aparte, sin influencia en los tipos, pero como reflejo de la evolución monetaria de la Europa occidental, debe añadirse que el Rey Sabio introdujo en la metrología el marco ( unidad de peso) de Colonia ( 233 gramos de metal fino), como sustitulo de la tradicional libra romana.
  La dobla arraigó definitivamente ( hasta los Reyes Católicos ) como unidad áurea castellana. La única modificación, poco importante a señalar en su larga trayectoria es su adaptación, por Alfonso XI, al maravedí, ahora convertido en simple moneda de cuenta, sin ningún valor real: Alfonso XI dividió la dobla no en partes iguales , sino en dos fracciones de 20 y 15 maravedís, siendo la causa de esta división desigual la desigualdad de valores entre el oro y la plata. En efecto, mientras la dobla valía 35 maravedís en moneda de oro, valía uno más, es decir 36, en moneda de plata, por la diferencia de metal. Esta  dualidad de valores, según fuese oro o plata, hacía imposible la división en partes iguales, y de aquí el fraccionamiento en piezas de 20 y de 15. Pero, lo que tiene verdadero interés con referencia a la dobla trasplantada a Castilla en su misma permanecia hasta finales del siglo XV, al margen de la gran corriente europea que, ya a partir del siglo XIII, impuso las unidades italianas encabezadas por el florín. La fidelidad castellana al sistema musulmán marcaría una profunda divergencia con relación a los territorios de la corona aragonesa, incorporados al movimiento europeo, y conduciría finalmente a la reforma de los Reyes Católicos.

    La moneda de plata. Contrariamente a lo sucedido con el oro, la moneda de plata de los reinos occidentales se desenvolvió en la órbita de las acuñaciones europeas, es decir francesas. Cierto que circularon en tierras castellanas y leonesas los dirhemes musulmanes, pero a la hora de las primeras acuñaciones en el interior del reino, Alfonso VI introdujo el dinero ( moneda de vellón, es decir mezcla de cobre y plata con 76 gramos de este metal fino). Si en Francia el dinero equivalía a 1/12 del sueldo ( antigua moneda de oro, reducida a partir  de Carlomagno a simple moneda de cuenta), en Castilla la continuación de las acuñaciones de oro permitió referir a las piezas de este metal ( el maravedí) los dineros, también en la misma proporción. O sea que el dinero era la doceava parte, no de un sueldo ficticio, sino de un maravedí, moneda real.
  Después, fue disminiyundo la liga de los dineros, de modo que los pepiones, nombre con que se bautizaron estas piezas en tiempo de Fernando III, sólo contenían 22 gramos de plata. Para enmendar esta tendencia y revaluar el vellón, hizo su reforma Alfonso el Sabio. La base de la misma consistió en introducir el maravedí blanco o burgalés ( adviértase como al ser sustituido por la dobla, el antiguo maravedí de oro cedió su nombre a una moneda de plata en tiempo del Rey Sabio), evaluado a 1/6 del primitivo maravedí áureo, es decir al doble de los dineros y los pepiones. Pero el "burgalés" duró poco, y su mismo autor se vería obligado a rebajar su ley en un tercio, originando los alfonsíes o prietos ( o sea, oscuros), o coronados o cornados, como se llamaron en época de Sancho IV. El fracaso de la reforma de Alfonso X fue consagrado por Fernando IV, al acuñar los novenes , equivalentes a los antiguos pepiones.
   Finalmente el verdadero reajuste de la moneda de plata, tan necesario después del desorden producido por las sucesivas medidas inflacionistas, fue logrado por Pedro I. A mediados del siglo XIV, este monarca estableció una nueva divisa de plata, más fuerte que las anteriores. Era el real, versión castellana del croat catalán, que a su vez se inspiraba en el gros de San Luis. El real, que poseía 3,5 gramos de fino y valía 31 maravedís, estaba destinado a alcanzar gran fortuna, consolidada por la reforma de los Reyes Católicos. No obstante, entre las dos grandes reformas de Pedro I y de Fernando e Isabel, hay que intercalar todavía una larga etapa de convulsiones y de desórdenes monetarios. Así, con Enrique II, cuyo reinado coincide con la gravísima crisis de la monarquía castellana, la inflación no conoció límites. Rebajó la ley del vellón a la mitad. Enrique III acuñó una nueva moneda , llamada blanca, que valía 5 dineros y contenía 15 centigramos de plata. El nuevo signo monetario fue de nuevo recortado por Juan II, cuyas blancas sólo contenían 10 centigramos de plata . Ello precipitó el país en un caos monetarios, del que no saldría hasta los Reyes Católicos.
    Comparando el curso del maravedí común con el precio del oro, se pueden establecer dos grandes períodos inflacionistas de Castilla, uno entre 1252 y 1258 ( valor 4,22 a 2,87) y otro en el momento de la crisis europea de 1380 ( 1388, 0,90; 1390, 0,47 ). La tendencia de la monarquía castellana a la inflación perjudicó enormemente a las clases industriales. Los nobles tenían sus propiedades inmuebles y , además, se habían infiltrado en todos los lugares donde la moneda valía algo, a través del vellón de lana, no del vellón de cobre. La continua desvalorización de la moneda fue uno de los motivos esenciales de que la estructura industrial castellana no llegara en el siglo XV a cuajar en forma pertinente.

 ALGUNOS TIPOS DE MONEDAS DESCRITAS  EN EL ARTÍCULO.
              
                                  DOBLA DE PEDRO I DE ORO, SEVILLA ( 1350-1369).

DINERO DE VELLÓN DE ALFONSO VI DE CASTILLA- TOLEDO ( 1073-1109).

BLANCA DE LOS REYES CATÓLICOS- TOLEDO.
4 MARAVEDÍS A NOMBRE DE LOS REYES CATÓLICOS.





SALUDOS.
 Rafael Domínguez Cedeño.

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